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LA voz del escritor hispano en nueva york

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5 Poemas de Ruben Darío para recordar.


Su nombre completo es Félix Rubén García Sarmiento. Nacido en Metapa, República de Nicaragua, 18 de enero de 1867 - León, República de Nicaragua, 6 de febrero de 1916. Poeta, periodista y diplomático, está considerado como el máximo representante del modernismo literario en lengua española[1]



1. Abrojos – IV

Puso el poeta en sus versos

todas las perlas del mar,

todo el oro de las minas,

todo el marfil oriental;

los diamantes de Golconda,

los tesoros de Bagdad,

los joyeles y preseas

de los cofres de un Nabad.

Pero como no tenía

por hacer versos ni un pan,

al acabar de escribirlos

murió de necesidad.


 

2. Thánatos XXXVI

En medio del camino de la Vida… dijo Dante. Su verso se convierte: En medio del camino de la Muerte.

Y no hay que aborrecer a la ignorada emperatriz y reina de la Nada. Por ella nuestra tela está tejida, y ella en la copa de los sueños vierte un contrario nepente: ¡ella no olvida!


 

3. Lo Fatal


Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror… ¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!..


 

4. Sonatina


La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave de oro; y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y, vestido de rojo, piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar, ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte; los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real, el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! La princesa está triste. La princesa está pálida… ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe La princesa está pálida. La princesa está triste… más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina, en caballo con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte , a encenderte los labios con su beso de amor!


 

5. Canción de otoño en primavera


Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste historia de mi corazón.

Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción.

Miraba como el alba pura; sonreía como una flor.

Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.

Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer...

La otra fue más sensitiva y más consoladora y más halagadora y expresiva,

cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura una pasión violenta unía.

En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé...

Y le mató, triste y pequeño, falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión;

y que me roería, loca, con sus dientes el corazón.

poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad,

mientras eran abrazo y beso síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén,

sin pensar que la Primavera y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras siempre son,

si no pretextos de mis rimas fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro![2]


 

Citas:

[1] (Cervantes, 2016)

[1](Española, 2016)


Bibliografía:

  • Cervantes, I. (2016, Septiembre). Cervantes España. Retrieved from https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/dario_ruben.htm

  • Española, R. A. (2016). Ruben Dario. Del Simbolo a la Realidad. In R. A. Española. España: Alfaguara.



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